viernes, 6 de junio de 2014

CONFESIÓN

Confieso que temo los dos metros cerca de ti,  el latir del corazón es cómplice de glándulas de sudor, las que no se  privan, las que delatan emociones ante tu cercanía; el tiempo y el espacio me llevan a ti y al saludo de esa peculiar sonrisa; huecos en las mejillas, labios completamente rosa, un par de vellos bebés recordándome la fragilidad de tu inocencia, ese labio inferior que pide a gritos una fugaz amistad con mis dientes. Confieso que es inevitable tratar de encontrar el patrón del papel tapiz camuflado en tus ojos, aquellos destellos verdes opacados por onduladas pestañas responsables de delatar expresiones. Es ahí cuando siento que mis mejillas corren a tu cara para presenciar el nacimiento de tu barba, mi pulso se convierte en un bit imparable que motiva a cada extremidad en busca de un sentir. Confieso que daría todo por tener tu boca como plantilla de mis sentidos, confieso que aunque jamás lo sabrás fue placer escribir por ti.

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